fuente: http://porlacervezalibre.wordpress.com/
Los productores afirman que sabe mucho
mejor ya que la industrial pierde su sabor tradicional, además cuenta
con nuevos sabores y texturas, entre ellos amaranto, cítricos y canela.
“Hay un auge muy importante de cerveza
artesanal de pequeños productores” que están elaborando bebidas
diferentes “como la Minerva Ita con un toque de tequila que es muy
buena”, dice a la AFP René Cruz, un ingeniero de 29 años mientras
departe con amigos en El Depósito, uno de los incipientes bares donde
sólo se sirve este tipo de bebidas.
Un público joven y de paladar curioso, al
que no le importa gastar un poco más, acude a un puñado de pequeños
bares abiertos en zonas chic de Ciudad de México para probar nuevos
sabores y texturas.
Pero el mercado de la cerveza artesanal
apenas cubre el 1% de la demanda del país, dijo a la AFP Adalberto
Domínguez, gerente de ventas de Mexicali, la única cervecería artesanal
antigua de México (1923).
“Mi esposa, que es mexicana, y yo,
vivíamos en Dinamarca, donde pasó lo mismo que aquí, había dos
cerveceras grandes al principio, después de años empezaron a aparecer
uno que otro productor artesanal y eso agarró vuelo, ahora hay más de
200 artesanales”, dijo de su lado en perfecto español Gilbert Bjorn
Nielsen, maestro cervecero y socio de Calavera.
Los productores de cerveza artesanal se
abren paso en México con el surgimiento de nuevos depósitos y
cervecerías en concurridos barrios de la capital, cuando los grandes
emporios de esta bebida que producen marcas tradicionales como Corona,
dejan de ser mexicanos.
“Nos gusta porque para empezar es
mexicana y se produce con más cuidado, sabe mucho mejor, mientras que la
cerveza industrial pierde su sabor tradicional y además las grandes
cervecerías mexicanas ya no existen”, indica de su lado Víctor Olivo,
otro ingeniero de 28 años.
El primer productor mundial de cerveza,
AB InBev, propietario de Stella Artois y Budweiser, compró en junio al
mexicano Grupo Modelo, cuya marca Corona es conocida mundialmente,
mientras que en 2010 el conglomerado holandés Heineken se hizo de Femsa
(marca Sol), el otro gigante cervecero del país.
Modelo, hasta ahora la principal
cervecera del país, registró en 2011 ventas domésticas por 3.503
millones de dólares. La cerveza de Femsa, antes de pasar a manos
holandesas en 2009, vendió 3.357 millones de dólares, incluidas sus
exportaciones, de acuerdo a reportes de la Bolsa Mexicana de Valores.
México tiene un mercado potencial para la
cerveza de 63 millones de consumidores, que cada año crece con un
millón de jóvenes que llega a la mayoría de edad (18 años), según cifras
divulgadas por Femsa.
En estos locales, donde lo que menos se
ve son clientes con una Corona o una Sol en la mano, una treintena de
marcas caseras mexicanas y un sinnúmero de importadas son la atracción.
Ubicada en Tecate, Baja California
(noroeste), Mexicali exportó durante décadas el total de su producción a
Estados Unidos y actualmente lo hace en un 90%.
Esta cervecera, que vende 24 millones de
botellas al año, se había visto impedida de vender en el mercado
mexicano por la “exclusividad que han mantenido en la mayoría de
negocios y restaurantes el grupo Moctezuma (Femsa) y Modelo”, explicó
Domínguez, quien cree que “ahora que ya no son mexicanas, esa práctica
debería acabar”.
Algunos restaurantes de México, entre
ellos el Pujol incluido en la lista S. Pellegrino de los 50 mejores del
mundo, ofrecen estas cervezas en exquisitos maridajes con platos de la
nueva culinaria mexicana.
Estas bebidas de autor, elaboradas con
trigo, cebada, avena, centeno y hasta maíz son aromatizadas con hoja
santa, amaranto, cítricos, canela y otros ingredientes típicos de la
cocina tradicional.
Calavara, una pequeña fábrica ubicada en el norte de la metrópoli, produjo en 2011 unos 2 mil 500 litros a la semana.
“Pensamos que hay un gran potencial en
México”, dice Nielsen, donde se estableció con su pareja en 2009, cuando
había cinco fabricantes.
Hoy unos 30 están registrados y 50 más
están haciendo pequeñas producciones, indica Nielsen, mientras supervisa
el embotellado de su cerveza, cuyas etiquetas llevan un tradicional
esqueleto mexicano, algunas de ellas diseñadas por artistas del país.
En los últimos dos años ha surgido en
México un movimiento de aficionados denominado “Por la cerveza libre”,
que promueve a través de Internet la libre competencia.
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